De pronto uno se queda sin poesía.
Las musas-simulacro van endosando a su nombre los versos que uno lee o escupe, y se vuelven con el tiempo palabras sin sentido, llenas de pasado y nada más.
Uno pierde la fe, y ya no sabe si seguir despilfarrando letras aquí y allá.
¿Cómo es que el reloj no desdeña ni añora sus granos de arena caídos?
¿Es que uno nunca ha amado? ¿Cuándo empieza a hacer lo de veras? ¿Cuándo deja esto de ser un juego de niños? ¿Cuándo se vierte uno hacia afuera por completo, y queda al fin vacío? ¿En qué momento se detiene ese "administrar el corazón"? ¿Será que debe uno acostumbrarse a barrer el miedo cada nueva vez, como las hojas secas de la calle cada martes, o el polvo y las pisadas por la mañana? ¿Cuántas veces más habrá que perderse para encontrar? ¿Cuántas más hay que caer para confiar totalmente?
Quizás olvido que la mirada se renueva. Ahora que lo recuerdo, que me la instalo de una vez, ¡qué hermosa te encuentro!
En esta reinauguración de mano, de labio, de lengua, de voz, de letra, de tinta, de soledad atiborrada de pensarte, de silencio disuelto entre música y versos, de nada tan llena de todo, me siento incipiente, renacido, asesinado y revivido. ¿Será que regreso, o que parto otra vez?
23/06/2012