viernes, 17 de enero de 2025

Un pienso externado

De pronto uno se queda sin poesía.

Las musas-simulacro van endosando a su nombre los versos que uno lee o escupe, y se vuelven con el tiempo palabras sin sentido, llenas de pasado y nada más. 

Uno pierde la fe, y ya no sabe si seguir despilfarrando letras aquí y allá. 

¿Cómo es que el reloj no desdeña ni añora sus granos de arena caídos?

¿Es que uno nunca ha amado? ¿Cuándo empieza a hacer lo de veras? ¿Cuándo deja esto de ser un juego de niños? ¿Cuándo se vierte uno hacia afuera por completo, y queda al fin vacío? ¿En qué momento se detiene ese "administrar el corazón"? ¿Será que debe uno acostumbrarse a barrer el miedo cada nueva vez, como las hojas secas de la calle cada martes, o el polvo y las pisadas por la mañana? ¿Cuántas veces más habrá que perderse para encontrar? ¿Cuántas más hay que caer para confiar totalmente?

23/06/2012

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