De pronto uno se queda sin poesía.
Las musas-simulacro van endosando a su nombre los versos que uno lee o escupe, y se vuelven con el tiempo palabras sin sentido, llenas de pasado y nada más.
Uno pierde la fe, y ya no sabe si seguir despilfarrando letras aquí y allá.
¿Cómo es que el reloj no desdeña ni añora sus granos de arena caídos?
¿Es que uno nunca ha amado? ¿Cuándo empieza a hacer lo de veras? ¿Cuándo deja esto de ser un juego de niños? ¿Cuándo se vierte uno hacia afuera por completo, y queda al fin vacío? ¿En qué momento se detiene ese "administrar el corazón"? ¿Será que debe uno acostumbrarse a barrer el miedo cada nueva vez, como las hojas secas de la calle cada martes, o el polvo y las pisadas por la mañana? ¿Cuántas veces más habrá que perderse para encontrar? ¿Cuántas más hay que caer para confiar totalmente?
23/06/2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario