No hay prisa alguna.
La semilla ha caído, inerte;
pero contiene en sí, el resumen del universo.
No existe el tiempo para ella;
y sin embargo,
cuando la primera lluvia acaricie sus contornos,
comenzará una revolución que, poco a poco,
se alzará hasta culminar
en un florecimiento de magnífico esplendor.
El más grande árbol
es el potencial
de la más pequeña semilla.
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