miércoles, 3 de agosto de 2016

Se espera tormenta

Cuando llueve, llueve todo lo que puede.
Desde una leve llovizna hasta un huracán.
Y no hay mucho que se pueda hacer:
Calles se inundan, puentes se caen, ramas se resquebrajan, se arruinan peinados, zapatos, bodas, partidos de fútbol, planes;
uno queda a la deriva, forzado a improvisar, y a veces de lo inesperado pueden surgir las cosas más lindas.
¿No es hermosa la lluvia?
Viene, hace y deshace,
libre, impetuosa y serena.
Podemos tener la certeza de su llegada, y sin embargo ignorar cómo vendrá, en qué momento aparecerá, y qué haremos al respecto.
Así vienes a mi vida justo ahora.
Te espero con gusto, pero mi estómago está vuelto loco.
El corazón aguarda como un diente de león que en cualquier momento se irá volando en mil partes.
Y la mente no deja de dar vueltas, de susurrarme cosas al oído.
Quisiera correr a abrazarte cuando te vea llegar, y en el calor de ese abrazo esfumarme como el rocío al sol, desaparecer para no verte, y que no me veas, y que no te estorbe y me extrañes y me quieras de vuelta y digas "¿dónde has estado todo este tiempo?".
Me urge entender este amor.
Saber cómo cuidarlo, regarlo, podarlo, y dejarlo solito; ver cómo crece, cómo cambia y se transforma.
Que al volver lo encuentre bonito y frondoso, con mucha flor y diga "¡qué lindo es! Así tal cual".
¿Qué debo hacer? Extravié el instructivo. Se que por ahí debe estar en la caja ésa donde guardo tus cartas y otras tantas cosas del pasado.
Todo se siente tan vivo e imponente, como mirar el mar profundo o un león sin jaula: la adrenalina, el miedo, el asombro y lo sublime.
Debo ser fuerte y valiente y todas esas cosas que hacen que uno no se vaya al hoyo, porque de ahí nadie te saca, y porque todos te ven hacia abajo, al fondo, y sienten lástima por ti.
Quiero que vengas y estés muy contenta, y cuando te vayas lo estés aún más, y te lleves una sonrisa tan grande y un corazón tan gordito que te obliguen a documentarlo en el aeropuerto.
Que seas tan libre que quieras venir una y mil veces más, y yo feliz de verte, y mi estómago un lago apacible, y mi corazón un árbol grande y verde, y mi mente un monasterio, en la cima de una montaña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario